Tengo El Orgullo De Ser Piurano

jueves, 7 de julio de 2016

"LA LUNA DE PAITA Y EL SOL DE COLÁN".


¿Algún Piurano se acuerda de esta frase?. Seguramente que sí.!!!.
Aquí un tema Lingüístico e histórico. 

Nadie se muere en Ica estando el remedio en Pisco”, “Más flojo que el tabaco de Saña”, “Si quieres sandía rica, vámonos a Ica”, “Como los niños de Arica, con los ojos claros y sin vista”, “En Ica hinche la bota y pica”, “En Cañete, toma pan y vete”, “Aquí y en Huacho todo borrico es macho”, “A robar a Piedras Gordas”. Ninguna de estas expresiones fraseológicas de antaño, con referentes toponímicos señalados, han tenido tanta difusión como la frase: “Quedarse a la luna de Paita”, que el padre Vargas Ugarte, en su breve vocabulario, la iguala con una frase hoy en desuso: “Quedarse a chicha fresca”.
            El lenguaje no es un mero mecanismo ni tan solo un reflejo de comportamiento social, sino más principalmente fruto de la creatividad de los hablantes cuyo ingenio señalado se propaga alrededor por regiones y naciones enteras hasta traspasar fronteras, porque las palabras y los giros no necesitan pasaporte.
            La alusión a la luna de Paita se difundió ya en el siglo XVI y conoce hoy en Perú, Ecuador, Chile y Bolivia, e incluso también se escucha en México, aunque no sepan muy bien dónde queda Paita, mientras que el segmento que la vuelve bimembre es reciente y de uso más bien local, “un agregado regional” bromea Carlos Arellano Agurto. La expresión “estar en la luna de Paita” significa estar embobado, extasiado, distraído” y lo registran todos los diccionarios.
            La frase era ya usual en pleno siglo XIX. Incluso hay una zarzuela titulada “A la luna de Paita” que se estrenó en el Teatro Municipal de Lima el 17 de septiembre de 1875, con música de Claudio Rebagliati y letra de Pedro Varela. Juan de Arona es tajante: “Quedarse a la luna de Paita no es más que traducción o localización de la célebre locución española quedarse a la luna de Valencia.” Arona había observado que en miel sobre hojaldre, se había transformado en miel sobre buñuelos, “por ser éste el nombre con que se conoce en Lima esa golosina”. El padre Puig trató de encontrar un motivación propia: “Son tan maravillosas las puestas de luna en el mar de Paita en las noches cálidas de verano que, al verlas, se quedan embelesados” (124). En realidad la frase piurana es más antigua y en su origen no hay tanto embelesamiento.
            En realidad ya Gonzalo Correas registra, en su Vocabulario de refranes y frases populares (1627), la expresión “la luna de Paita”, por luna muy hermosa y clara: “tenida por famosa, porque da en unos arenales que la hacen más clara”, dice el maestrescuela de la catedral de Salamanca, reparando en que “es refrán de las Indias”. Y no registra la valenciana.
            La frase española se ha pretendido explicar porque en la playa de Valencia se quedaban varados los barcos que no lograban ingresar a tiempo al puerto, pero parece derivar del lenguaje picaresco. Al menos en el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán y en Quevedo se emplea el giro, registrado en Autoridades, “dejar a alguien a la luna”, para expresar que se le deja sin dinero y sin conseguir lo que pretendía y con riesgo de ser asaltado. Esa es precisamente la acepción que tiene “a la luna de Paita” en Ecuador.
            Existía también desde antiguo la frase “estar en la luna” influida también por el adjetivo “lunático”, así que “estar en la luna de Paita” o “en la luna de Valencia” no son más que fórmulas de refuerzo de una expresión anterior (que puede funcionar sin ese modificador).
            La fuente de Correas podrían ser los “Razonamientos de mi viaje alrededor del mundo (1596-1606)” de Francesco Carletti, italiano que había ponderado en Paita (solo estuvo aquí ocho días) “el más puro y despejado cielo que se pueda ver e imaginar”, y daba fe de que la luna “da mayor luz allí que en cualquier otra parte del mundo que yo haya visto, de tal manera que como proverbio común se dice en aquel país para afirmar una cosa que no deja lugar a dudas: «Es más clara que la luna de Paita».

            También pudo conocer la obra “Milicia y descripción de las Indias” (Madrid, 1599), en que el capitán Bernardo de Vargas Machuca discurre: “Por qué se dijo a la luna de Paita”. Su explicación es breve: “Estos arenales son tan rasos de árboles, que no hay ninguno” y así la claridad de la luna “reverbera en lo blanco de la arena”, por lo que se dice: “dormiréis a la luna de Paita”, por lo que los pasajeros trasnochaban por los desiertos para evitar los rigores del sol.
            No parece aludir a la relación de Fray Diego de Ocaña, quien pasó unas semanas amargas de septiembre de 1599, por la fiesta la Natividad de la Virgen, (fiesta mayor en su querido monasterio de Guadalupe de Extremadura). Falleció en sus brazos un buen fraile, su experimentado compañero de convento y de allí seguiría en solitario su largo periplo hasta Potosí y Chile. Ocaña se detiene largamente sobre el significado y el motivo de la expresión:
“Las casas son de bahareques de cañas (…), de suerte que por entre las cañas ven los vecinos todo lo que los otros hacen porque no hay barro ninguno por entre las cañas ni cosa que pueda encubrir la vista. Para que no se vea cuanto en la otra hay, dicen un refrán ordinario: se quedó a la luna de Paita."
            Evidentemente se decía: “a la luna de Paita” mucho antes de que se difundiera aquí la frase española: “en la luna de Valencia”. Por aquel entonces no tenía una significación tan constante y mostraba un contenido más concreto pues se aplicaba para referirse a la claridad de la visión o a la visibilidad de las personas y cosas. Parece ser que en el siglo XIX adoptó esas acepciones inmateriales aplicándose a la distracción o el ensimismamiento de las personas, y puede que aquí haya tenido relación o influencia (tal vez de ida y vuelta) con la expresión española ahora.
Luna de Paita alude a un esplendor, dice ahora Rafo León, como antes Ocaña, Vargas Machuca o Carletti, que no se ve en ninguna otra parte. Podemos repetir hoy las razones dadas ya en el siglo XVI y eso demuestra que el lenguaje es creación humana que se basa en una experiencia colectiva y también se establece por un acuerdo compartido. No es un mero mecanismo. Así también las frases hechas aparecen con un significado más literal y concreto, y poco a poco van adquiriendo un contenido más espiritual y abstracto, se hacen más generales, más universales y, con ello, más duraderas.

Trabajos de Carlos Arrizabalaga sobre lengua y literatura especialmente de Piura y del español americano.

Artículo publicado en suplemento Semana de El Tiempo (Piura), Domingo 24 de abril de 2011, pp. 20-21. También apareció en Antesala. Familia, Educación y Sociedad. Año XV, N° 2, mayo 2011, p. 9. La imagen está tomada del blog de Pierre.

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