"Las piaras " eran y son
hasta el día de hoy el medio de transporte de alimentos desde la Costa a lo largo de todo el alto Piura; mediante la piara de burros y mulos algunos
pobladores de Morropón y Chulucanas encontraron una forma particular de ganarse
la vida. Desde la época de la colonia estos pobladores enrumbaban en épocas de
invierno hacia los distritos de la sierra Piurana, llevando alimentos de primera necesidad a todos estos pueblos. Los meses de enero,
febrero, marzo y abril las fuertes lluvias destruyen las carreteras; pues los camioneros
y comerciantes particulares les es difícil llegar hasta estos destinos, pero los arrieros sí. Los famosos
arrieros con su piara de burros y mulos utilizan los caminos de herradura y llegan hasta
los últimos pueblos serranos con sus productos; los intrépidos arrieros llevan todo artículo de
primera necesidad, pero también incluyen alimentos como la Caballa salada, camote
costeño, limones, entre otros. Muchos de estos arrieros utilizan el trueque
(intercambio de un producto con otro) como una forma de pago, regresando de la
sierra con su trigo, alberga, frejol, maíz
etc.
Aprendizaje de Arriero.
Los arrieros, amos de los caminos
piuranos durante por más de tres siglos, conocieron mejor que nadie a
las bestias de carga, ya que además de trabajar con ellas su vida
entera, las alimentaban, curaban y cuidaban con el mayor esmero por ser
su principal fuente de subsistencia. Y lo mejor de todo: por ellas
aprendieron a entender a la gente y a resolver problemas de la vida.
De los burros, ¿quién iba a pensarlo?, también se aprende. Ocurre que
en nuestro diario lenguaje se suele calificar de “burro” al ignorante,
al que nada sabe. De hecho, una de las antiguas disciplinas “educativas”
consistía en ponerles orejas de burro a los niños que no aprendían la
lección. Pero, ¡Oh sorpresa!, de ellos, de los burros, aprendieron los
arrieros filosofía práctica.
Los pobres arriaban burros; los ricos, mulas.
Hubo dos clases de arrieros: los que trabajaban con burros, que eran
los más pobres, y los de mulas, que poseían mayores recursos. Ambas
especies de animales, aunque emparentadas, son de naturaleza distinta:
los asnos, nobles, humildes, sufridos, sobrios y trabajadores
(cualidades ausentes muchas veces en los seres humanos), mientras que
las mulas, aunque mañosas, ofrecen mayor capacidad de carga.
A
través de los siglos los arrieros acuñaron infinidad de “refranes”
alusivos a sus animales, cuyos hábitos y características aplicaron con
gran sabiduría a la vida cotidiana para resaltar cualidades, errores,
circunstancias o actitudes de la gente que conocían.
Filosofía práctica de los arrieros
• “El burro y el majadero siempre se cuentan primero“. Este refrán
alude a la ancestral costumbre del arriero, de contar diariamente sus
jumentos para descubrir si alguno se le ha perdido, pero a la vez
censura a los patanes que al referirse a otras personas se mencionan a
sí mismos en primer término, es decir, “yo y fulano de tal…”
• “Otra vez la burra al trigo, y acabándola de echar“. Referencia obvia
a quienes repiten una mala acción cuando apenas habían sido reprendidos
o castigados por lo mismo.
• “La burra no era arisca, la
hicieron”. Los burros y otros animales no se asustan por cualquier cosa
si antes no sufrieron una mala experiencia. Lo mismo sucede con las
personas, que difícilmente repiten el error que alguna vez puso en
riesgo su vida o sus bienes, aunque también se dice que “el hombre es el
único animal que tropieza con la misma piedra”.
• “La carga hace
andar al burro“. No hay mejor remedio para los indolentes que asumir
una responsabilidad. Este refrán se aplica con frecuencia a los varones
recién casados que en su papel de solteros ignoraron obligaciones
familiares.
• “Cuando digo que la burra es parda es porque tengo
los pelos en la mano“. Si alguien conoce bien a los burros es su dueño,
razón por la cual éste tiene la absoluta certeza cuando señala el color
del animal perdido. Lo mismo puede asegurar quien cuenta con las pruebas
contundentes de que algo es verdad.
• “Como el burro del
aguador, cargado de agua y muerto de sed“. Este refrán alude a las
personas e incluso a los pueblos que disponen de suficientes recursos
económicos para satisfacer sus necesidades, pero que no los aprovechan
debidamente. Así resulta la paradoja de sufrir graves carencias en medio
de la riqueza.
• “Asno con oro, alcánzalo todo”. Hay
individuos que sin poseer notables aptitudes intelectuales, logran
acumular grandes fortunas por medio de herencias, hallazgo de tesoros u
otras eventualidades que les permiten comprarlo todo o casi todo.
• “Asno de muchos, lobos lo comen”. Un objeto valioso -decían los
viejos arrieros-, debe estar siempre bajo el cuidado de una sola
persona, no de muchas a la vez, porque a la hora de la verdad resulta
que nadie se hace responsable de nada.
• “Para la querencia
no hay burro flojo”. Igual que todos los asnos, cualquier persona se
alegra, se entusiasma y trata de apresurar el paso ante la cercanía de
su casa, de su pueblo, del lugar o circunstancia que le trae buenos
recuerdos o expectativas.
Entender a la gente, lo más difícil
En conclusión, los arrieros con una experiencia acumulada de cuatro
siglos, lograron un conocimiento tan profundo de los caminos y de sus
animales, que con ellos y por medio de ellos adquirieron la sabiduría
necesaria para entender a la gente y enfrentar muchos de los problemas
de la vida.
Piura:(Semejanza cultural Mexicana)
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